Práctica de los principales valores evangélicos en el contexto actual
Terminología
VALOR
Se comprende desde el punto de vista de
una especulación filosófica lo cual se interesa desde sus orígenes por el bien
y por la conceptualización. En la tradición griega el bien tiene un valor
ontológico que lo hace deseable.
“El
valor moral, mientras que por un lado puede definirse en último análisis como
el contenido material de la dignidad del hombre, implicando por ende todo lo
que es lo bueno lo justo”[1].
EVANGELIO
“El
término evangelio suscita espontáneamente en
nuestros días la idea de un libro, más concretamente de los actuales
cuatro evangelio en la que se traza la
figura y recoge el mensaje de Jesús”[2].
¿Valores específicamente
evangélicos?
“Con frecuencia los cristianos, cuando se
unen con otros para cambiar las estructuras de este viejo mundo, se preguntan
en qué se distinguen de los demás compañeros de tajo, que no son cristianos
como ellos, pero están en la misma onda y ponen en práctica los mismos valores.
Preocupados por el "hecho diferencial" cristiano, los teólogos
propusieron la conocida teoría de los "cristianos anónimos" para
designar a todos aquellos que, sin ser cristianos, viven los valores que
propugna el evangelio. Estoy seguro de que muchos "cristianos
anónimos" no se sentirían halagados con ese no pretendido calificativo”[3].
DIRECCIÓN DE LA
TOMA DE CONOCIMINTO SOBRE LOS VALORES EVANGÉLICOS
Tomaremos como punto base la libertad, igualdad y
apertura. Los tres primeros son requisito indispensable para que haya
madurez humana; el cuarto llena de sentido pleno toda la existencia.
Libertad
La libertad es la vieja aspiración del género humano.
En el paraíso, la tentación de la serpiente consistió
en hacer ver a la primera pareja que estaba coartada por una prohibición de un
Dios que no quería que fuesen como él, a pesar de haberlos creado a su imagen y
semejanza:
¿Conque Dios ha
dicho que no comáis de ningún árbol del parque? La mujer contestó a la
serpiente: ¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín: solamente del
árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios comer o tocarlo,
bajo pena de muerte. La serpiente replicó: ¡Nada de pena de muerte! Lo que pasa
es que sabe Dios que, en cuanto comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis
como Dios, versados en el bien y en el mal (Gn 3,2-3).
El Dios de Jesús -o la imagen que Jesús tiene de Dios-
es diferente. No es la de un Dios celoso que considere al hombre su posible
rival, sino la de un Dios que tiene el proyecto de llevarlo a la plenitud
humana. El Dios de Jesús no es el obstáculo para el desarrollo humano, sino su
principal impulsor.
Y porque este Dios quiere hacer a los hombre
"hijos suyos", esto es, semejantes a Él, los quiere, en primer lugar,
libres como Él.
Igualdad
También la
igualdad, como aspiración humana y voluntad divina, se remonta al Génesis, donde
se dice que Dios creó a hombre y mujer iguales entre sí y semejantes a Dios:
¡Ésta sí que es
hueso de mis huesos y carne de mi carne! (Gn 2,23)...
Y dijo Dios:
Hagamos a un hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces
del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. Y
creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó (Gn 1,26).
Iguales, pero
diferentes: varón y hembra. Poco tardó, sin embargo, en instalarse la
desigualdad en la pareja humana. Inmediatamente después de la expulsión del
paraíso, Dios habla a la mujer en estos términos:
"Mucho te
haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido y
él te dominará" (Gn 3,16).
La dominación de
la mujer por el hombre es ya triste dato de experiencia cotidiana después de la
expulsión del paraíso y se presenta como castigo de Dios por la desobediencia
de la primera pareja:
A la mujer le
dijo: Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia
de tu marido y él te dominará (Gn 3,16).
Con el transcurso
del tiempo, la ley judía del repudio (Mc 10.1-12; Mt 19,1-12) se
convirtió en uno de los principales instrumentos de dominación del hombre sobre
la mujer. Según esta ley, que provenía de Moisés, al hombre casado le era
posible despedir a su mujer por cualquier motivo o simplemente sin motivo
alguno, según las escuelas, pero no a la inversa. En el evangelio de Marcos,
Jesús se muestra en desacuerdo radical con esta norma mosaica y declara que el
repudio no es de voluntad divina, sino humana, explicándolo de este modo:
Por lo obstinados
que sois os dejó escrito Moisés ese mandamiento, pero desde el principio de la
humanidad Dios los hizo varón y hembra; por eso el hombre dejará a su padre y a
su madre, y serán los dos un solo ser; de modo que ya no son dos, sino un solo
ser (Mc 10,5-9)
Apertura
Si algo
caracteriza al ser humano es su capacidad de comunicación, de relación, de
apertura, de acogida. A diferencia de los animales somos "palabra".
Frente a la
sociedad judía que excluía del pueblo a muchos (leprosos, pecadores,
recaudadores, gente con impureza ritual, etc.), Jesús propone un modelo de
comunidad abierta e integradora en la que todos son admitidos en principio,
incluso los excluidos de la sociedad, con quienes nadie quiere relacionarse:
los marginados, los descreídos, las prostitutas y los pecadores.
Jesús, con su
praxis, desmiente el proverbio "dime con quien andas y te diré quién
eres"; acepta comer con malas compañías (Mc 2,15: descreídos y pecadores),
teniendo entre sus discípulos a gente de dudosa reputación, como es el caso de
Leví, recaudador de impuestos (Mc 2,14).
MELODÍA
DE LA PALABRA
Trataré
de explicar esta parte del trabajo con unas citas espirituales:
“Nuestra identidad como Franciscanos se
centra en el seguimiento evangélico de Jesús. Pero si a nivel teórico esto está
claro, no lo está tanto cuando descendemos a la práctica. Seguramente hoy casi
nadie nos identifica a nivel de Fraternidad como un grupo que ha optado de
forma especial por el seguimiento radical del Evangelio. Nuestra vivencia del
Evangelio se difumina entre la masa gris de los cristianos que ha llegado a
conciliar de forma voluntarista las exigencias evangélicas con los antivalores
del Reino. De este modo damos la sensación de no ser capaces de querer
demostrar con nuestra vida lo que un tanto eufóricamente defendemos a nivel
teórico como nuestra identidad evangélica”[4].
La obediencia sin
duda alguna viene a ser una de las partes más importantes en el seguimiento
vocacional a la vida consagrada y religiosa; pero San Benito menciona: “Es que
les consume el anhelo de caminar hacia la vida eterna y por eso eligen con toda
su decisión el camino estrecho al que se refiere el Señor: estrecha es la senda
que conduce a la vida”[5].
La libertad del
libre albedrío, la escritura dice que algunos
temblaron de miedo cuando no había por qué temer[6].
La facultad de querer el bien y de temer
o amar es fruto de la visita de la gracia, que nos transforma en criaturas de
Dios.
“Cucando los
trapenses están en oración, dejan por unos momentos de ser hombres de la
tierra, para convertirse en verdaderos ángeles, que, a semejanza de los del
cielo, no hacen más que hablar a Dios:
El que es tres veces Fuerte, tres veces inmortal, tres veces Santo”[7];
este vinculo al cual yo lo he citado es con el fin de saber que los valores no,
solo nos lo pone la sociedad, sino que Dios es quien actúa en esa búsqueda de
valores, y más precisamente de valores evangélicos.
BIBLIOGRAFÍA
. DICCIONARIO TEOLÓGICO
ENCICLOPÉDICO, 5ta Edición, Verbo Divino, 1995.
. http://www.elalmendro.org
. Reflexión de la Regla de San Francisco de Asís, por: Julio Micó, o.f.m.cap.
. Reflexión de la Regla de
San Benito; BAC, Garcia Colombas (Monje Benedictino).
. SAN BERNARDO, BAC.
. HERMANO RAFAEL (Monje
Cisterciense), Monte Carmelo.
[1]
DICCIONARIO TEOLÓGICO ENCICLOPÉDICO, 5ta Edición, Verbo Divino, 1995, pág.
1013.
[2]
Idem., 1, pág. 353.
[3] http://www.elalmendro.org
[5]
Reflexión de la Regla de San Benito; BAC, Garcia Colombas (Monje Benedictino).
[6]
SAN BERNARDO, BAC, 451.
[7]
HERMANO RAFAEL (Monje Cisterciense), Monte Carmelo, pág. 42.
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