Espiritualidad sinodal en las misiones de Montalvo. VICARIATO APOSTOLICO DE PUYO

“Hago esto porque me gusta y me hace sentir bien. Y lo haré toda la vida”

El Espíritu de Dios nos conduce a vivir la Semana Santa con los “Runa Pastaza”,
ellos están situados a unos 40 minutos en transporte aéreo desde la ciudad de Puyo
en el interior de la selva ecuatoriana. Mediante esta pregunta queremos describir el sentido de nuestra misión evangelizadora ¿Qué es lo que motiva a los agentes de pastoral para ir de misiones? Sin duda alguna que habrán muchos objetivos personales, pero el objetivo y la meta central es celebrar y vivir la Semana Santa encarnada con rostro indígena amazónico.

La Semana Mayor mueve a todos los cristianos a disponerse en actitud de conversión personal y eclesial para escuchar a Jesús que desde su entrada Triunfante en Jerusalén, nos enseña a saber entrar con humildad en los diferentes escenarios de las realidades de la humanidad para ver, escuchar, acompañar y predicar el mensaje de esperanza que necesita la humanidad en clave de vivir la resurrección del Señor.

Las comunidades indígenas como muchos pueblos necesitan nutrirse de la Eucaristía y de la palabra de Dios, es por ello, que el misionero debe prepararse de manera integral para vivir una espiritualidad sinodal compartiendo con la gente propia del lugar, conociendo de alguna manera su lengua y cosmovisión; es evidente que la evangelización no es sencilla en estos pueblos concretos, tiene sus propios retos y desafíos.

Los misioneros del Vicariato de Puyo, se comprometen a entrar a mensualmente a las misiones a los diferentes lugares periféricos que tiene la jurisdicción eclesiástica y, lo hace con diferentes equipos misioneros que rotan en las visitas a las comunidades; esta vez, nos correspondió acompañar a nosotros: la Hna. Cristina Castillo, religiosa Dominica de la Enseñanza, ella se dedica en la ciudad de Puyo al “Proyecto Encuentro”, es un proyecto de acogida, enseñanza, educación y caridad a niños vulnerables de nacionalidades indígenas que viven en Puyo; también, nos acompañó la Señorita Gabriela Velín, ella es una laica

comprometida, la mayor parte de su vida ha trabajando con adolescentes y jóvenes en la pastoral juvenil; y el tercer integrante que acompañó la misión es el P. Jimmy Paredes, sacerdote diocesano del Vicariato de Aguarico, actualmente sirve en la iglesia de Puyo como formador en el Seminario Misionero Santa María La Mayor.

El equipo misionero ha organizado las actividades de Semana Santa con los servidores de las comunidades y en medio de las visitas y celebraciones ha estado presente la oración comunitaria y personal, esta misma que dinamiza y da fuerza para continuar en la misión. También, hemos aprendido a compartir nuestro tiempo contando nuestras experiencias vocacionales y de trabajo que cada uno ha vivido.

La visita empezó en la tarde y todos los lugares nos recibieron con alegría y esperanza, es precisamente ahí donde la fe del misionero se fortalece y vive. Esto nos hace revivir la opción vocacional. Al mismo tiempo, los comuneros desean que haya misioneros a tiempo completo en sus comunidades, pero también comprenden que la Iglesia hoy en día tiene déficit de personal; ante esta dificultad, algunos servidores de las comunidades han tenido el valor de asumir de llevar la evangelización, ellos son los que forman y acompañan a su propia gente, realmente son servidores que mantienen a sus comunidades vivas en la fe, esperanza y caridad desde el trabajo silencioso y creativo de los catequistas.

Vivir la misión, no es romanticismo, vivir la misión en clave sinodal es: unidad, trabajo en equipo, dejar de lado prejuicios, es tener valentía para soportar hambre, sol, calor, incomodidades y es sobre todo aprender a sobrevivir con lo necesario y muchas veces conformarse con lo que haya para evangelizar y para vivir. Estamos muy convencidos que para poder transmitir mejor el mensaje es evangelizar en su propia lengua; muchas veces nos hemos sentido impotentes por no poder llegar con las palabras adecuadas, pero sabemos que somos misioneros que sembramos no con el afán de cosechar nosotros mismos, sino que, hacer la misión, así como han testimoniado muchos misioneros que nos precedieron.

La evangelización lleva al misionero a apasionarse por la santidad, desde lo concreto de la vida y lo sencillo, teniendo una mirada misericordiosa de la realidad en la que viven muchas personas en situaciones lacerantes y que también existe el deseo de experimentar el amor de Dios. En esta dimensión, nos llenó de mucha alegría mirar el servicio que hace la catequista Susana Gualinga con su esposo Franklin Manya, ellos son una pareja que ha optado por evangelizar y dar ejemplo a las comunidades, con esto podemos comprender que las semillas del Verbo está presente en la vida de los cónyuges.

Navegando por aguas y caminando por las riberas del río Bobonoza se hace la misión; es así, que el catequista Milton Gualinga ha hecho la tarea de motorista, llevando a los misioneros a los lugares de encuentro con la gente, su servicio ha sido de paciencia y alegría.

La misión ya llegaba a su término, donde uno de los catequistas Juanito Gualinga de la Comunidad Pukuyacu decía: “mi esposa me habla que estoy perdiendo el tiempo dando catecismo - yo le respondí: hago esto porque me gusta y me hace sentir bien. Y lo haré toda la vida”. Son palabras mayores, profundas y de mucha espiritualidad.


Crónica Misionera 

Equipo Misionero

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