Domingo 22 de marzo de 2015 (Reflexión bíblica)


Las lecturas que hemos escuchado hacen de nosotros unas personas que alguna manera queremos alentarnos con la Palabra del Señor y estamos aquí para ser parte de esta celebración que es nuestra, en ella  ofrecemos a Dios todo nuestro ser que a veces se encuentra resquebrajada de actitudes que hacen morir el compromiso cristiano hecho en el Bautismo.
En la lectura del libro del profeta Jeremías, vemos claramente que se trata de un “libro de la consolación”, la misma que el profeta dirige un mensaje de esperanza, a través de una alianza que ha hecho Dios con su Pueblo, este mismo mensaje se actualiza también para nosotros ya que también necesitamos esperanza en nuestras vidas, esperanza en nuestras familias y esperanza en nuestra sociedad. Por ello esta alianza nueva, escrita en el corazón de los hombres, se caracterizará porque Dios se dirigirá al corazón de todos por igual, y cambiará el corazón de todos aquellos que quieran ser cambiados.
Hemos escuchado la lectura a los hebreos, esta misma nos enseña que Jesús siendo Sumo Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres, tiene en cuenta la solidaridad con los todas las personas, ya que Él vino por nosotros para salvarnos. Jesús es una persona orante y suplicante que pide con gran intensidad; pero la manera de orar no es solo de una expresión de alegría o de agradecimiento, sino que a veces es necesario suplicar con fuerte voz y lágrimas por aquellos que anda por caminos de la perdición, he incluso por nosotros mismo que conscientemente sabemos que estamos caminando mal. ¿Quién de nosotros no ha pasado por situaciones penosas y dolorosas? Y que, cuando has suplicado con intensidad has orado tan cercanamente con Jesús.  Esta manera de Orar de Jesús es también obediencia al Padre hasta la muerte, y muerte de cruz.
En el evangelio de Juan vemos claramente a judíos y paganos convertidos al judaísmo que vienen a Jerusalén con motivo de la fiesta pascual. Ellos además venían con el objetivo de ver a Jesús. El ver también significa creer en el evangelio de san Juan. Jesús dijo: “Ha llega la hora en que el Hijo del hombre sea glorificado” Jesús se da a entender que la que situación por la que está pasando es iluminada por el amor de la gloria de Dios, que se manifiesta precisamente en la cruz”
Jesús posteriormente habla en forma de parábola “Si el grado de trigo, sembrado en la tierra, muere, producirá mucho fruto”, Es decir que Jesús tiene que morir según lo prescrito; pero su muerte no es un fin, sino que es un nuevo resurgir para seguir dando vida a aquellos que necesitan del amor de Dios. Jesús mismo nos invita amar, ya que el que ama gana la vida fecunda. Jesús nos invita a morir a nosotros mismo, a morir de nuestras vanidades, del orgullo, nos invita a morir de tanta formas que no nos dejan vivir con claridad nuestro compromiso cristiano. Este tiempo de cuaresma el cual estamos invitados todos a vivir según el querer de Jesús, involucrémonos con sinceridad de corazón y volvamos a Dios, dejando morir nuestra vieja vida, para resurgir con vida nueva en la Pascua con Cristo Jesús. Pidámosle la ayuda necesaria a Dios y a la Virgen María, para que seamos personas de bien, en medio de esta sociedad donde surgen oportunidades de destrucción de nuestra vida cristiana. “Este tiempo, es un tiempo de amar”
“Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija”

                                                                                  “tú eres nuestra esperanza”

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